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Reflexiones Romanas: una guía de un Erasmus aventurero (parte 1)

Me presento en este bonito proyecto para seguir parte de su maravillosa filosofía. Me llamo Mario y he estado los últimos meses de Erasmus en Roma. Seguramente muchos la habréis visitado ya, pero Roma es una ciudad demasiado especial para conocerla por completo si no es en años de bendita contemplación. Desde este rinconcillo compartiré con vosotros lo mejor que he ido descubriendo en lo que casi es mi segunda casa, de la cual me he enamorado profundamente y con la que he establecido una relación casi carnal en el devenir de los días, subiendo sus cuestas, entre sus agujeros y respirando el aroma de su eternidad.


Aquí va una pequeña guía que dividiré en varias partes, algunos sitios increíbles, más o menos conocidos unos y totalmente secretos otros. Este es mi regalo hacia ella, y ahora vosotros también seréis partícipes.


1) Monte Mario


Seguramente ya habréis podido notar por qué me gusta tanto este lugar. Desconocido incluso por muchos romanos, conocí su existencia de oídas en el primer mes que pasé allí, porque entre sus laderas se esconde una discoteca bastante chula a la que recomiendo ir en verano. Se llama “Il bosco delle fragole” y tiene unas vistas espectaculares desde la terraza, y es que Monte Mario es una reserva natural a la que se puede llegar andando y que alberga en su cima nada menos que un observatorio. Todo eso mola sí, pero lo más espectacular son sus vistas. Desde lo alto se puede observar Roma en todo su esplendor, en una panorámica casi completa desde el Vaticano hasta el Estadio Flaminio, al otro lado de la ciudad.


Aunque sabía que andaba por ahí, jamás tuve la idea de dirigirme hasta allí hasta que en uno de mis días aventureros dejé mi universidad y me dediqué a buscar un mirador. Me encanta la fotografía y quería la foto perfecta, así que anduve durante un par de horas sin rumbo fijo hasta que vi algo prometedor. Aquello parecía una especie de monte y cuando conseguí acercarme comprobé que era algo inaccesible. No quiero aburrir así que me saltaré esa parte de escalar para luego bajar al encontrarme con vallas y pasaré directamente al momento en el que encontré, por fin, el sendero correcto. He de decir que era bastante fácil y que me pudieron mis ganas de saltar por ahí, por si os queréis acercar que sepáis que no es difícil llegar.


Tras quince minutos de subida por lo que parecía un barrio rico de la ciudad vi en una plaquita el nombre que rezaba: “Reserva natural de Monte Mario”. El destino estaba sellado y aunque me había marcado una hora de vuelta la desestimé por completo. DEBÍA llegar arriba. Esto es lo que encontré, uno de los lugares con más energía de Roma.


Es un lugar estupendo para realizar fotografías, meditar tranquilamente, observar y estar solo, puesto que uno de sus principales atractivos es la poca presencia de otras personas.


Monte Mario

También es un lugar espectacular para subir con cervezas a ver el atardecer con amigos o con vuestra pareja. Imperdible.


Mario Marty (@mariomartyph)

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