VIAJE SOSTENIBLE - MIRADA HUMANA - APRENDIZAJE
LA EXPOSICIÓN
¡Bienvenidos/as! Tenemos a gusto presentaros la exposición "Viaje sostenible - Mirada humana - Aprendizaje",
Esta colección de 26 fotografías de 7 fotógrafos/as diferentes es un precioso paseo por un continente que nos fascina: África. Muy ligado a nuestros orígenes como asociación, el continente hermano ha sido siempre un lugar de inspiración, aventura extrema y aprendizaje interior. Un viaje a África es un recorrido tanto externo como interno, pues supone un encontronazo con algunos de los valores que rigen nuestra percepción sobre la vida. Nada aquí es como lo que cuentan, así que el relato depende del individuo mismo...y ahora, de todas aquellas personas que estéis leyendo estas líneas.
Os invitamos a explorar Marruecos, Gambia, Senegal, Etiopía, Guinea Bissau y Sudán del Sur a través de nuestros ojos. Un viaje de 4 meses en distintos momentos del año. Nuestra historia, pero sobre todo la de las maravillosas personas que nos regalaron un trocito de las suyas.
EL VIAJE SOSTENIBLE
Este concepto es realmente amplio por pura construcción gramática. Tiene también unas cuantas dosis de subjetividad añadida. Cada una de las personas que estáis leyendo este párrafo tendréis ideas diferentes sobre el sentido de viajar. ¿Para qué viajamos? ¿Buscamos sentir algo que no experimentamos en nuestro día a día? ¿Necesitamos abrir nuestra mente a ideas nuevas, a personas con otros puntos de vista? O, simplemente, y no con menos valor quizá, ¿buscamos copar nuestra vida de la sensación de que la hemos vivido plenamente?
Todas estas sensaciones, si lo pensáis detenidamente, van en busca de algo más profundo, algo más bello, y por ende, algo más completo. El viaje ha sido siempre una forma de crecer personalmente, de comprender lo lejano, de sorprenderse. Pero no acaba ahí, viajar también significa volver, y no de vacío, sino con algo nuevo en el corazón. Estarás de acuerdo, querido o querida visitante, que el viaje pueden ser muchas cosas, pero lo que es sin duda es aprendizaje continuo.
No obstante en los últimos tiempos nos corroen las prisas. ¿Quién no ha visto alguna vez a una persona que, ante un lugar espectacular, no corre a sacar una fotografía antes incluso de observar con sus propios ojos? ¿Es posible que el ser humano se haya vuelto tan obtuso? Es increíble, pero parece que preferimos la reflexión tardía e incompleta, una pasada en un álbum, a sentarnos a comprobar dónde estamos, qué significa y qué produce en nuestro ser. Después, cuando pasemos por ese álbum, podremos sonreír con los ojos cerrados al recordar ese pensamiento, esa sensación sobrecogedora. Se pueden hacer ambas cosas, ¿no creéis?
PARTE 1
EL VIAJE SOSTENIBLE
Pasemos a la segunda parte del concepto: la sostenibilidad. ¿A qué nos referimos? Siendo lo más certeros posibles, ser sostenible es actuar sin comprometer a las generaciones futuras en los ámbitos económico, social y medioambiental. Cuando viajamos generamos un impacto mucho mayor de lo que creemos. Nuestro planeta sufre las consecuencias de nuestra curiosidad regida por el egocentrismo, pero también lo hacen las comunidades y personas que ponemos en nuestra mira. El turismo masivo, con cierta complicidad interna, ha destruido el sentido de tradiciones y culturas, pervirtiendo y prostituyendo la identidad de un lugar y sus gentes a cambio de dinero. En otras ocasiones, abrirse a este tipo de experiencias es la única forma de conservar un estilo de vida que ha cambiado ya para siempre. Una de las fabulosas viñetas que nos dejó el ilustre Forges mostraba a una familia tribal viendo la tele en su sofá. Un amigo aparecía en la ventana y les metía prisa para que actuasen como los indígenas que eran porque se acercaban los antropólogos. Cambien el término antropólogo por turista y… ¡voilà!
Si bien nosotros no tenemos una respuesta idílica a esta situación, hoy, en esta exposición, abogamos por invitaros a una reflexión sobre el sentido del viaje y la forma en la que lo hacemos. Existe una clave para que la sostenibilidad del entorno, comunidades y formas de vida se combinen con el viaje. No es nueva, pero sí novedosa en la sociedad del usar y tirar: se trata del ritmo y del tiempo, de la casa en la espalda y la mente abierta. Pasemos del turista al viajero, a la viajera.
Viajar es una poderosa herramienta de conocimiento humano, pero solo adquiere un potencial verdaderamente revelador cuando se hace en contacto con uno mismo y con los que te rodean. Viajar de forma sostenible es posible si se adquiere una mirada humana del mundo que nos rodea, una conciencia respetuosa, empática, curiosa y observadora, reflexiva y crítica. La mejor manera de llegar a lugares increíbles es de la mano de las personas que lo habitan, romper las barreras que las sociedades se imponen entre ellas, crear amigos y amigas del camino, tratarnos como iguales y romper los estereotipos que nos ciegan.
Atrévete a ir más allá, a soportar lo incómodo, a disfrutar de los detalles, a aprender del esfuerzo propio, de las personas.
PARTE 2
APRENDIZAJE
Decíamos antes que el viaje era, en el más simple y puro de los sentidos, aprendizaje. Aprender es tan común a nuestra especie que lo hacemos desde que nacemos, todos los días, sin descanso. Solemos decir que nunca nos acostaremos sin aprender algo nuevo, que aprendemos de nuestros errores o que no aprendemos hasta que nos quemamos.
El ser humano tiene múltiples fuentes de las que adquirir conocimiento. Desde luego aprendemos de nosotros mismos, pero no hay forma de cuestionar que, como seres sociales, construimos nuestro yo gracias a los demás.
Es curioso que, a pesar de lo irrebatible de la cuestión, la cosa se tuerza cuando salimos de las fronteras del mundo “civilizado”. Por cierto, ¿civilizado para quién? ¿Civilizado por quién? La gran mayoría de los que estéis leyendo estas palabras (también de las que lo escribe) sois mujeres y hombres europeos, producto de la civilización moderna occidental. Sabemos que tenemos suerte por haber nacido aquí. Tenemos acceso a educación, sanidad pública, internet, trabajo, derecho al ocio. La vida nos ha privilegiado por estar en el momento y el lugar adecuados. Sin embargo, en el fondo de nuestro ser sabemos que esto no es casualidad. Nos lo merecemos. Nuestros padres y madres, los suyos antes que ellos, y que narices ¡nosotros!... hemos trabajado mucho por tener todo esto. ¿Qué debemos aprender entonces? ¿Qué hay ahí fuera que no sepamos? ¡Mira cómo están! ¡Nuestro deber, en todo caso, es enseñarles a ser como nosotros!
Aun nos sorprende escuchar, ver y leer este tipo de argumentos. En una cruel paradoja de la historia, asistimos ciegos al deterioro de la condición humana desde nuestras grandes torres de cristal y hormigón.
PARTE 1
APRENDIZAJE
Hoy, nuestra exposición retrata África. No toda, por supuesto, pero es una muestra de lo que existe encima y debajo de ese gran mar de arena que los nómadas que lo transitaron llamaron Sahara. La nada. Más allá de la nada existe vida; una extensión terrestre tan grande que apenas cabe en nuestra mente, miles de millones de personas, millares de culturas, etnias y dioses. ¿Es posible pensar que no hay nada de lo que aprender de ellas?
En nuestro reciente viaje a Etiopía, uno de nuestros amigos nos miraba asombrado. Le habíamos hablado de la existencia de las residencias de ancianos y no comprendía cómo éramos capaces de abandonar a quienes lo habían dado todo por cuidarnos. Para él era un deber natural, un honor, una fuente de saber.
Hemos visto niños que son hombres con 12 años. Niñas que llegan a la universidad y, al volver a su comunidad, relucen. Cuánto lamentaríamos las oportunidades que hemos dejado pasar por pereza, acomodados y acomodadas en un mundo que nos lo ofrece todo. Ellas no.
Cuánto aprenderíamos del trato al forastero, de la hospitalidad y la solidaridad de una relación comunitaria. En un mundo regido por el individualismo eso no importa tanto.
Queridos y queridas visitantes, podréis pensar que esto es un alegato en contra de nuestra sociedad. No lo es. Es un reclamo, una petición. Viajar enseña humildad, pues permite conocer y convivir con numerosas y enriquecedoras culturas. La diversidad es un tesoro. Queremos potenciar el sentimiento de comunidad humana y traer lo que hemos aprendido globalmente a nuestro día a día. Es en ese aprendizaje mutuo, en la suma del conocimiento adquirido con el local, donde reside la supervivencia de nuestra especie. Volvamos a una vida de valores, ayudémonos unos a otras y nunca, nunca, dejemos de aprender de los que nos rodean.
PARTE 2
MIRADA HUMANA
Seguramente ya te habrás fijado, hábil visitante, en que el espacio de la exposición conforma una rueda de conceptos que se retroalimentan entre sí. La importancia del ser humano en cada uno de ellos es evidente. ¿Cuál es la razón por la que nos importa tanto?
Han hecho falta muchos viajes y conversaciones, silencios, fracasos y logros para darnos cuenta de una realidad evidente: el ser humano es el mayor agente de cambio que ha existido en nuestro planeta. La Tierra es plenamente consciente de ello, pero nosotros vivimos tan cerca unos de otros que apenas nos fijamos en las personas que nos rodean. Somos tan conscientes de nuestra humanidad que no nos detenemos a pensar en su excepcionalidad. No obstante, cuando viajamos el ruido desaparece, los sentidos se afinan y nuestras mentes se abren. Es entonces cuando empezamos a mirar.
Descubrimos un planeta repleto de historias y formas de ver la vida. Tan enorme e inabarcable que no podíamos dejar de recorrerlo. Nos maravillaban los paisajes, los colores, las montañas y los bosques sí, pero todo acababa conduciendo a ese alguien al que conocías aquí o allí, que estaba haciendo esto o lo otro, que clavó en ti una mirada que no pudiste olvidar. Así empezamos a pensar que el centro del viaje no era tanto el lugar al que íbamos, sino las personas que lo habitaban y que le daban sentido. Ellas y ellos lo interpretaban para nosotros y con sus vivencias nos hacían formar parte de una red más amplia. Pasábamos a formar parte de su familia, a reír con sus bromas, a cantar en djola bajo las estrellas mientras hervía ese té dulzón que no te dejaba dormir