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Los muertos de Bojayá por fin dejarán de pedir agua

Cuentan en el Pacífico colombiano que cuando una persona fallece, su familia le rinde culto desde el momento en el que exhalan su último aliento. Antes de abandonar el mundo terrenal, los más allegados acompañan a sus muertos con cánticos, rezos y tradiciones que permiten a estas personas descansar en paz.


Fotograma del tráiler del documental «Bojaya, entre fuegos cruzados»
Fotograma del tráiler del documental «Bojaya, entre fuegos cruzados»

Por desgracia, son muchos los que no han podido llorar a sus muertos. Son muchos los que han pasado al otro barrio sin el ritual tradicional de los pueblos afro. Por eso se dice que vuelven en sueños “pidiendo agua”: que se les rece para poder descansar en paz.

Las víctimas de la masacre de Bojayá por fin han sido enterradas. Los restos de las personas que perecieron en Bojayá en mayo de 2002, han vuelto desde el instituto forense de Medellín a la comunidad de Bellavista para ser despedidos con dignidad tras un proceso doloroso de lucha por el reconocimiento de la masacre. Inicialmente se dijo que murieron setenta y nueve personas, pero la comunidad afirma que hubo al menos ochenta y cinco desaparecidos. Finalmente han sido enterradas noventa y nueve personas, entre ellas cuarenta y cinco menores de edad.


Leyner Palacios perdió a treinta y dos miembros de su familia de un plumazo la mañana del dos de mayo en la iglesia donde quinientas personas se refugiaban del fuego cruzado entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y los paramilitares del bloque 'Élmer Cárdenas' de las Autodefensas Unidas Colombianas (AUC). “Tuve que salir corriendo con mi hija pequeña en brazos a refugiarme bajo las aguas del río Bojayá, casi la ahogo…”, declara el ahora líder comunitario chocoano.


La primera noticia que dieron los medios de comunicación es que las FARC habían atacado a la población sin razón alguna: “lanzaron un cilindro bomba contra mujeres y niños, así actúan las FARC”, acusaba el coronel Montoya enseñando una zapatilla de un niño pequeño fallecido en la misma puerta de la iglesia.


Nadie del ejército ni el gobierno quiso explicar que los paramilitares del AUC y la guerrilla habían escogido como escenario de guerra esta pequeña población que poco tenía que ver con los enfrentamientos. Tras catorce años, el jefe negociador de las FARC en La Habana, Iván Márquez, pidió perdón a Bojayá dentro del marco de los procesos de Paz iniciados en 2012. Pero aún había muchas heridas que sanar.


La historia debe ser recordada para evitar que se repita


La guerrilla en Colombia lleva desde los años 60 dejando historias en el Pacífico realmente espeluznantes. Historias silenciadas por la impunidad, relatos de desapariciones, muerte y horror que se repiten a diario tan rápida y sucesivamente que son casi imposibles de reportar.


Pero hay una asociación en Colombia que lucha contra lo que se creía imposible. Reconstruir una a una las masacres que ha dejado la guerrilla en el Pacífico para que no se olviden. La Comisión Interétnica de la Verdad de la Región del Pacífico (CIVP) es una asociación que está luchando por sacar a la luz cada crimen, cada desaparición y cada historia para que no se vuelvan a repetir. Este trabajo finalmente será incluido en el informe que realiza la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición.


“Soy del Chocó, tenía dos años cuando todo esto ocurrió a mis hermanos y vecinos. Me acabo de enterar de lo ocurrido, ¿cómo es posible que no me lo hayan contado antes?”, comenta una adolescente tras ver el documental de Oisín Kearney «Bojaya, entre fuegos cruzados».


Este documental fue proyectado en Buenaventura el pasado diez de noviembre, dentro del marco de la quinta Asamblea de la Red Colombiana de Lugares de Memoria, en la que participaron asociaciones como PCN Palenque Congal, ACIVA-RP, Espacio Humanitario Puente Nayero, Fundación Kiango, Rostros Urbanos, CEPAC, FUNDESCODES y el Centro de Estudios Étnicos.


El largometraje fue estrenado el pasado 14 de julio en el festival irlandés “Galway Film Fleadhse” y pronto estará disponible a nivel internacional. Pero antes se está visualizando en las comunidades que más han sufrido este tipo de masacres. Los rostros y las historias que se suceden tras ver el documental dejan la sangre helada a cualquiera.


El proceso de esclarecer la verdad para evitar que se repita


John Paul Lederach, sociólogo y teórico especializado en resolución de conflictos, explica que cuando ocurre un conflicto armado de grandes características son dos las opciones que se toman para cerrar las heridas. La primera es clasificar todos los archivos y testamentos. Dejarlos durante un período largo de tiempo en el olvido para que no se levanten ampollas durante varias generaciones y la gente pueda olvidar lo ocurrido.


La segunda opción es contar toda la verdad de inmediato, crear comisiones de esclarecimiento y sacar a la luz la crudeza de los hechos para que la población tome conciencia y no se vuelva a repetir. Este proceso es el que se está aplicando actualmente en Colombia y el trabajo no es nada fácil para los que trabajan en este entramado de datos, exhumaciones y recogida de testimonios.


Todo enfocado a un único objetivo: contar la verdad para buscar el perdón. Para la mayoría de las personas, resulta humanamente incomprensible concebir que una persona que ha perdido a todos los miembros de su familia sea capaz de perdonar a los autores de tanto dolor y destrucción. Comunidades enteras en Colombia han sido masacradas perdiendo a familiares, vecinos y amigos durante décadas. ¿Cómo perdonar tanto dolor?


Perdonamos, pero no olvidamos”, explican los supervivientes del Pacífico tras ver el documental de Bojayá. Resulta un acto increíblemente maduro a nivel emocional el entender que el único camino para conseguir una paz duradera es perdonar.


Esto es lo que está ocurriendo ahora mismo en Colombia. Miles de personas trabajan día y noche para esclarecer lo ocurrido y poder perdonar. Como la comunidad de Bellavista que, por fin, ha enterrado con todo el ritual de despedida adecuado a sus muertos poniendo fin al duro proceso de aceptación.


Lo próximo será cerrar el capítulo de violencia que amenaza a estas comunidades a diario. Las FARC han salido del escenario para convertirse en partido político, pero una escisión del grupo sigue activo y sin freno. También otros actores armados como el Ejército de Liberación Nacional, grupos paramilitares y cárteles del narcotráfico y la minería ilegal continúan la barbarie por el control territorial.


Los Acuerdos de Paz han cumplido siete años con más derrotas que victorias. La población colombiana lleva desde noviembre convocando huelga general una vez por semana. La violencia continúa y el silencio gubernamental se perpetúa ante la violencia. Solo unos pocos siguen luchando por esclarecer los sucesos más terroríficos mientras el pueblo colombiano pide paz día y noche para estas fechas de Navidad.


Apunte final


A principios de 2020 la comunidad de Bojayá vuelve a estar en peligro ya que varios actores armados y el ejército han hecho presencia en el territorio. Los actores humanitarios tienen poco tiempo para atender en terreno y la amenaza de revivir la historia de lo ocurrido vuelve a acechar a los habitantes de la comunidad donde muchos están confinados.


UN REPORTAJE DE MARTA TREJO LUZÓN, periodista freelance especializada en cooperación y política internacional - @martatrejoluzon

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