Los gitanos, o romanís, constituyen la minoría étnica más numerosa en Europa. Probablemente, una de las más perseguidas y sometidas a marginalización. Prejuicios y estereotipos quedan arraigados en nuestra sociedad e influyen en la percepción para con este pueblo.
Rumanía es el país con más número de gitanos, y la convivencia entre ellos y el resto de población rumana no es tarea sencilla. Es todavía un problema social no resuelto y el persistente concepto erróneo, así como el desconocimiento de esta etnia, no nos deja tener una perspectiva objetiva del tema.
Primero de todo aclararé que no, no todos los gitanos son rumanos, solo los que han nacido allí. El pueblo gitano es originario de India, surgieron alrededor del siglo VIII y desde entonces comenzó su peregrinaje. Para el siglo XVI ya habían llegado a la mayor parte de Europa donde en muchos lugares, tales como Inglaterra, se les acogió con los brazos abiertos por sus habilidades artesanas. A mediados de siglo, todo cambió y comenzó su persecución masiva.
Así nos situamos en el día de hoy donde los romanís aún no han conseguido una integración completa en la sociedad. Pero, como he dicho, es un tema complejo y controvertido.
El rechazo a este pueblo en Rumanía nace del enfado, por dos grandes motivos. Por un lado debido el parecido entre los nombres rom y romaní con Rumanía y rumanos llevando a malentendidos y a la concepción errónea de que todos los gitanos originan de Rumanía. Por otro lado la creencia de que no están “sociabilizados” ya que la mayoría no atiende a la escuela y mendigan o roban, cosa que hace bajar la reputación del país.
Ahora bien, intentémonos poner en la piel de los gitanos y entender su cultura y sus creencias.
El pueblo gitano tiene como pilar fundamental la familia y ésta está extremadamente unida. Gozan de idioma propio, el romaní, altamente vinculado con el sánscrito y el cual se ha conservado a pesar del alto índice migratorio de esta población. Su cultura y su música, así como también sus propias leyes y reglas, controladas por el Kriss, su sistema jurídico.
Por regla general su educación es bastante “a la vieja usanza; se basa en incluir a los niños en cualquier actividad para hacerles partícipes y que mediante la observación y la práctica acaben aprendiendo las cosas de la casa y los oficios de los padres.
Tal y como escribió Yaron Matras los motivos por los que muchos niños romaní no acuden a la escuela se podrían resumir de tal manera:
La dureza de las reglas
El tener que obedecer a una autoridad que no es de la familia
La opresión de la iniciativa de expresar abiertamente las emociones
Imposición de horarios
Separación de la familia durante muchas horas
Pero, para los que quieren asistir no es un camino de rosas. Muchos no los quieren en sus escuelas y las ayudas son mucho menores a aquellas con un gran número de gitanos. Y una vez salen al mundo laboral, el simple hecho de ser gitanos les dificulta el conseguir un trabajo.
Por otro lado, no puedo dejar de mencionar también la existencia de otro grupo de gitanos. Tal y como nos muestra el documental de la BBC “Gypsy Child Thieves"; en Rumanía hay pequeñas ciudades únicamente habitadas por gitanos, las cuales distan enormemente de las chabolas en las que muchos otros se ven obligados a vivir.
Son aquellos que se dedican profesionalmente al robo. Explican orgullosos lo que para ellos es su trabajo, el que consideran tan digno como cualquier otro. Gente trabajando para ellos que se dedican a pedir dinero y a robar.
A pesar de eso, la persecución y la discriminación del pueblo rom es un hecho y un problema social al que muchos dan la espalda. Ni el gobierno ni, por supuesto, la iglesia ortodoxa rumana han ayudado a cambiar este asunto.
En muchas partes de Rumanía han sido expulsados de sus casas en las ciudades, donde trabajaban honradamente y pagaban sus facturas, y obligados a vivir en guetos a las afueras con condiciones insalubres.
Años atrás, sobre el 2013, un pequeño grupo político de ultra-derecha del oeste del país propuso recompensar con 300€ a cada mujer gitana que fuera a esterilizarse. Hasta estos puntos llega la discriminación y la crueldad de algunas personas.
Desgraciadamente ser gitano en muchos lugares, especialmente en Rumanía, es el peor estigma social, es en numerosas ocasiones vivir con un hándicap. Queramos afrontarlo o no, es un problema social latente al que deberíamos pintarle ojos y boca, y que necesita solucionarse.
Miriam Alcalá (@attmim)
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